lunes, 2 de diciembre de 2019

El último amanecer


Una mujer de unos cuarenta años y belleza enigmática contempla embelesada el paisaje vacío que se extiende más allá de la ventana de la cocina. Mientras, agarra con suavidad una de sus muñecas abiertas en sendas heridas sangrantes que gotean con ritmo hipnótico sobre el suelo de madera. Sus extremidades tiemblan con suavidad, como agitadas por un viento fantasma. Su rostro mortecino se confunde con la luz apagada que se cuela del exterior. Una terrible sensación de tristeza inunda sus ojos secos. Más allá del cristal sólo existe la nada. Se da la vuelta y ve a su marido sentado a la mesa. Tiene la cabeza completamente cubierta por un pañuelo blanco que deforma su rostro y cualquiera de sus gestos. Con las manos encima de la mesa de formica, espera con paciencia algo que no llega. La mujer esboza una tímida sonrisa. “Ya estás aquí”, dice sin apenas fuerzas en su voz. La sangre roja que cubre sus brazos contrasta con la palidez de su piel. “En seguida te pongo el desayuno”. El hombre se ajusta la corbata con movimientos pausados sin dejar de observar el infinito blanco de su visión ciega. De repente, se oye un sonido seco y algo que cae a plomo sobre el suelo. El marido, en vez de pensar que algo terrible ha pasado, se limita a seguir respirando. Tiene hambre, eso es lo que importa.

1 comentario:

Laura de Bife dijo...

Excelente relato Oscar!!
Un placer leerte!
Recién ahora descubro tu blog por un twitt tuyo...
Ya tenés una nueva seguidora y lectora.
Saludos desde "el otro lado del charco".
Lau.

Enfermedad

  Ahora que tu vagina sangra he de decirte que te quiero y mientras el mundo explota a nuestro alrededor se me encharca el cerebro con imá...