viernes, 18 de diciembre de 2020

Trayectos

 


He intentado escapar, huir, salir de aquí, pero no me lo ponen fácil. He intentado que nada me afecte, que mi cerebro sea un continuo vacío cristalino en el que nada pueda penetrar, pero me es imposible. He intentado cerrar la boca tras la sorpresa de los acontecimientos acaecidos, pero sigo tan aturdido como el primer día. He tratado de paliar mi dolor con pastillas y medicamentos varios, y lo cierto es que me adormecen y consiguen que mi espíritu se tranquilice, pero es una medida puntual que consigue aflorar una sonrisa torcida en mi rostro contraído. He intentado dormir y dormir y dormir, mas mi cuerpo está habituado a descansar poco y quejarse mucho. Las noches son largas, los días eternos. He intentado mantener la mente ocupada en mil cosas interesantes que antes conseguían llenarme, pero es necesario que antes vacíe mis entrañas de todo el dolor y el sufrimiento que portan. He intentado quemarme los brazos con cigarrillos encendidos para olvidar el dolor interno y concentrarme en el dolor físico, pero esos momentos autodestructivos quedaron atrás hace algún tiempo. Creo. He intentado visualizarme dentro de un año, o dos, o incluso tres, pero el futuro se presenta en estos momentos como una extraña nebulosa en la que he de ir construyendo cosas. He tratado de no tener miedo, de no sucumbir ante lo incierto de mi presente, de no dejarme marear por pensamientos abstractos más propios de pesadillas que de la realidad cotidiana. He intentado volver a soñar, a ilusionarme con algo, a reír como tantas veces hacía, a pasar de todo y de todos, concentrándome en mi propio beneficio, pero ahora sé que soy lo que no soy. He intentado llevar una vida normal, asearme, pasear, hablar con la gente que me rodea, trabajar… He intentado que la nausea no pueda conmigo y me permita comer. Estoy adelgazando por momentos. He intentado emborracharme para olvidar, aún sabiendo que al día siguiente, con la resaca, el trago será incluso más doloroso. Intenté en su momento quitarme el hábito de la química apacible pero he tenido que volver a ella. He visto fotografías de mujeres desnudas con el sexo rasurado y abierto sutilmente, cuyos pechos turgentes invitan al desenfreno, pero sólo han conseguido excitarme durante unos pocos segundos. He tratado de ser amable, incluso imbuido como estoy en una especie de autismo temporal, y poner buena cara, aunque hay veces que los músculos duelen como hierros candentes pegados a la piel cuando tratas de forzar una sonrisa que no sientes. He intentado comunicarme con el mundo, resurgir de mis propias cenizas, revitalizar mi propio contenido enfermo, insípido, carente de alegría o energía; levantar la cabeza para contemplar otra perspectiva. He pensado en el suicidio, en quitarme de en medio, en dejar de sentir lo que siento. Incluso he visualizado mi muerte, a golpe de cuchilla de afeitar o por la ingesta masiva de pastillas de diferentes colores, pero me falta el valor y el coraje para despedirme definitivamente de este mundo, No sé, quizás amo la vida más de lo que creía. He intentado que los demás no sufran al verme. Imposible. He intentado tener una vida normal. Aún es pronto. He intentado salir y entrar, entrar y salir, mantenerme activo, pero estoy en las mismas. He intentado olvidarla, sacarla de mi mente, borrarla de mis recuerdos, y sé que terminaré haciéndolo, pero me está costando tanto, que a veces creo que de nada sirve el esfuerzo.
Lo sé, dentro de poco ya no intentaré nada

Enfermedad

  Ahora que tu vagina sangra he de decirte que te quiero y mientras el mundo explota a nuestro alrededor se me encharca el cerebro con imá...