He intentado
escapar, huir, salir de aquí, pero no me lo ponen fácil. He intentado
que nada me afecte, que mi cerebro sea un continuo vacío cristalino en
el que nada pueda penetrar, pero me es imposible. He intentado cerrar la
boca tras la sorpresa de los acontecimientos acaecidos, pero sigo tan
aturdido como el primer día. He tratado de paliar mi dolor con pastillas
y medicamentos varios, y lo cierto es que me adormecen y consiguen que
mi espíritu se tranquilice, pero es una medida puntual que consigue
aflorar una sonrisa torcida en mi rostro contraído. He intentado dormir y
dormir y dormir, mas mi cuerpo está habituado a descansar poco y
quejarse mucho. Las noches son largas, los días eternos. He intentado
mantener la mente ocupada en mil cosas interesantes que antes conseguían
llenarme, pero es necesario que antes vacíe mis entrañas de todo el
dolor y el sufrimiento que portan. He intentado quemarme los brazos con
cigarrillos encendidos para olvidar el dolor interno y concentrarme en
el dolor físico, pero esos momentos autodestructivos quedaron atrás hace
algún tiempo. Creo. He intentado visualizarme dentro de un año, o dos, o
incluso tres, pero el futuro se presenta en estos momentos como una
extraña nebulosa en la que he de ir construyendo cosas. He tratado de no
tener miedo, de no sucumbir ante lo incierto de mi presente, de no
dejarme marear por pensamientos abstractos más propios de pesadillas que
de la realidad cotidiana. He intentado volver a soñar, a ilusionarme
con algo, a reír como tantas veces hacía, a pasar de todo y de todos,
concentrándome en mi propio beneficio, pero ahora sé que soy lo que no
soy. He intentado llevar una vida normal, asearme, pasear, hablar con la
gente que me rodea, trabajar… He intentado que la nausea no pueda
conmigo y me permita comer. Estoy adelgazando por momentos. He intentado
emborracharme para olvidar, aún sabiendo que al día siguiente, con la
resaca, el trago será incluso más doloroso. Intenté en su momento
quitarme el hábito de la química apacible pero he tenido que volver a
ella. He visto fotografías de mujeres desnudas con el sexo rasurado y
abierto sutilmente, cuyos pechos turgentes invitan al desenfreno, pero
sólo han conseguido excitarme durante unos pocos segundos. He tratado de
ser amable, incluso imbuido como estoy en una especie de autismo
temporal, y poner buena cara, aunque hay veces que los músculos duelen
como hierros candentes pegados a la piel cuando tratas de forzar una
sonrisa que no sientes. He intentado comunicarme con el mundo, resurgir
de mis propias cenizas, revitalizar mi propio contenido enfermo,
insípido, carente de alegría o energía; levantar la cabeza para
contemplar otra perspectiva. He pensado en el suicidio, en quitarme de
en medio, en dejar de sentir lo que siento. Incluso he visualizado mi
muerte, a golpe de cuchilla de afeitar o por la ingesta masiva de
pastillas de diferentes colores, pero me falta el valor y el coraje para
despedirme definitivamente de este mundo, No sé, quizás amo la vida más
de lo que creía. He intentado que los demás no sufran al verme.
Imposible. He intentado tener una vida normal. Aún es pronto. He
intentado salir y entrar, entrar y salir, mantenerme activo, pero estoy
en las mismas. He intentado olvidarla, sacarla de mi mente, borrarla de
mis recuerdos, y sé que terminaré haciéndolo, pero me está costando
tanto, que a veces creo que de nada sirve el esfuerzo.
Lo sé, dentro de poco ya no intentaré nada
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